El día que me compré un iPad

A veces me asusto de ser tan resolutiva, porque no han pasado tres semanas de 2012 y ya tengo varios de mis propósitos tachados. El último que añadí (es una lista de propósitos dinámica, así es) fue encontrar y adquirir una tableta para leer todo lo que leo en el portátil pero sin tener que cargar con el portátil. Ingenioso, ¿verdad? El caso es que ha sido dicho y hecho: hoy llegó a la oficina mi iPad 2.

¿Por qué ahora, en 2012? ¿No es súper tarde ya, si el iPad tiene dos años? Igual soy una desafasada (de hecho vi replies, cuando el vendedor anunció que lo vendía, de: ‘¡PERO SI VA A SALIR EL 3!’). Me da igual el tres, el tres punto cero y demás, me he comprado esto cuando lo he necesitado. Realmente no soy nada de invertir en gadgets: en mi vida solo he comprado el portátil y la cámara, ambos en 2007. El resto, móviles, iPods y demás han sido regalos promocionales o de las compañías telefónicas.

Lo del iPad ahora tiene su explicación y es que, en realidad, el propósito que añadí a mi lista dinámica no era comprarme una tableta. Era no volver a comprar un periódico en papel.

No volveré a comprar un periódico en papel
Ya sé que justo hoy es el día de los periodistas y está todo el mundo que si salvemos Público, que si los empresarios sin escrúpulos nos paguen dignamente y todo eso. Ya me arrepentiré en el futuro, si eso, de tirar piedras contra mi propio tejado, pero, de verdad, no pienso volver a comprar un periódico en papel.

De hecho, conté la última vez que compré un periódico de papel en Twitter porque realmente me indignó el resultado: de vuelta a Madrid tras unos días en Berlín admirando las ventanas grandes me gasté 3,30 euros (TRES COMA TREINTA EUROS) en la edición Europa de El País. La noche anterior había muerto Fraga y el periódico no traía nada sobre la muerte de Fraga, que era el trending topic del momento y sobre lo que me apetecía leer. Ya que no había wifi en el aeropuerto, y manteniendo la tradición de comprar el periódico antes de coger un vuelo, pasé por pagarlo. Al final no llevaba casi nada que me interesara y se quedó en el avión cuando me bajé. Fue entonces cuando decidí que no más periódicos en papel y lo apunté en la lista dinámica de propósitos. En la lista de 2011, tras pagar 15 euros porque me cortaran las puntas en la peluquería, apunté no volver a gastar mi dinero en cortarme un poco el pelo en la peluquería. No he vuelto. Pero aun sabiendo que soy bastante dictadora con lo que apunto en mis listas, lo escribí porque era una decisión firme.

Luego decidí que ya era hora de tener una pantalla ligerita (que no fuera la de mi móvil – oficialmente el peor móvil del mundo) en la que poder leer todo lo que me paso el día leyendo en la red, que muchas veces son periódicos, por otro lado, pero al menos actualizados. Y de los que no me hace falta almacenar recortes porque lo que me gusta lo puedo guardar online. Ojo que me reía ayer con lo de Moleskine y el nómada contemporáneo, pero realmente guardar trastos es lo peor y me di cuenta cuando me fui de casa y me tocó hacer la mudanza.

Sé que todo este debate papel-digital está bastante MANIDO (contádselo a los periodistas, que se han montado una ciencia sobre ello) y no es que yo vaya a aportar nada a estas alturas (por dios, 2012, diréis), pero me apetecía escribir sobre ello. Más que nada, también, porque hasta la fecha he vivido más años del papel que del INTERNET.

La tecnología es una commodity
Incluso después de mi razonamiento para adquirir un iPad, todavía hay quien me llama pija. Primero por comprar Apple. Lo cierto es que miré otras opciones, pero tras la maravillosa experiencia del iPod Touch (mientras duró hasta que me lo robaron) y al aparecer un ángel de la guarda que me lo vendía a 350 euros por Twitter, lo tuve bastante claro.

Entonces, mi compañera de piso y amiga más antigua dijo: “¡¿350 euros cuesta un iPad?! Con eso yo…”. Ella, ya lo sabéis, es estudiante de arquitectura y con eso igual paga durante dos meses el material que necesita para su carrera. Pero poniéndome en la piel de alguien que consume diariamente medios (no ya de una adicta a Internet como yo, sino simplemente de alguien que consume diariamente medios – y esto lo hace prácticamente todo el mundo), 350 euros es un precio bien. Me recuerda a la historia de mis padres, que siempre me dicen que no se fueron de viaje de novios porque prefirieron comprarse un vídeo. UN VÍDEO. Duró casi 20 años, pero les costó como 200.000 pesetas (estoy viendo que el salario mínimo en España, por aquel entonces, era de unas 30.000 pesetas). Aunque 350 euros sea hoy en día más o menos el sueldo medio de los periodistas recién licenciados (así está el patio, o peor), todos sabemos que no debería ser lo normal. 350 euros es un poco más de la mitad del salario mínimo y para algo con lo que voy a pasar una media de dos horas al día me parece más que justo.

La tecnología ya no es ese lujo que era, es una commodity. Esto también lo sabemos todos. No sólo hay perroflautas con mac, también homeless con computer y tiene todo el sentido del mundo. Igual que lo tenía que yo dejara de comprar periódicos en papel y me comprara una tableta. Ya os contaré qué tal.

Besos,

Lía

Pd. Mención especial para el vendedor. Ha sido posiblemente la compra más sencilla que he hecho en mi vida.

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